Temática

Exposición Mundial Washington 2006



Durante los proximos siete días (27 de mayo al 3 de junio) se celebra en Washington la exposición mundial de filatelia Washington 2006. Hacía seis años que en los Estados Unidos no se organizaba una exposición filatelica de este calibre y la cita prometía ser memorable.

No era cuestión de perderse un evento de esta magnitud pero, como las obligaciones familiares también tienen su importancia, la expedición tuvo que limitarse a una visita relámpago de un solo día.

Así que aquí me teneis, a las siete de la mañana metido en el tren que me llevará hasta Union Station, a tres horas de viaje desde New Jersey.



Llegamos puntuales a Washington, son las diez y diez de la mañana y la exposición abre dentro de 20 minutos. A la puerta de la estación espera el autobús patrocinado por la organización, que por un dólar nos deja a las puertas del centro de convenciones.



No hay apenas gente fuera. Será que ya están todos dentro?

Tras recoger la acreditación y colgarme la tarjetita que exhibe mi nombre (impronunciable para cualquier persona de habla inglesa), bajo por las escaleras mecánicas. La vista desde el primer rellano me permite hacerme una idea del día que tengo por delante.



Todo el evento transcurre en un mismo salón de convenciones subterráneo. La actividad comercial tiene lugar en la parte central, mas de 200 mesas según el librito que me han dado al entrar, mientras que las zonas exteriores son un sinfín de paneles expositores donde se exhiben las colecciones.



Empiezo mi recorrido. Como en cualquier otra exposición, la gente se acumula en las mesas a la caza de piezas para sus colecciones, mientras que las zonas dedicadas a la exposición están prácticamente vacias a esta hora de la mañana. Como todavía es temprano, es buena hora para entretenerse por las mesas sin tener que apartar a nadie a codazos.



Saludo a algunos comerciantes conocidos. Poco a poco voy recorriendo la zona comercial. La mayor parte del material que se ofrece es Americano aunque, casi sin darme cuenta, ya he conseguido un par de sellos y alguna carta. La plaza ya está abarrotaaaá.



Me detengo un buen rato en la mesa de John Barone, el único comerciante Americano especializado en filatelia de España y colonias. Aquí consigo algunos ejemplares del número 1 y se me cae la baba ante un par de cartas inalcanzables.



Aquí le teneis junto a su esposa, profesora de español en un instituto. Cuenta la leyenda que fue precisamente ella la que le sugirió que se especializase en filatelia española.



El tiempo pasa volando en esos eventos. Es la una de la tarde y aún tengo que recorrer otras dos filas de mesas. Delante tengo una zona acordonada donde se exponen las colecciones de la clase de campeones y las piezas especiales. Mucha seguridad y una larga cola pues sólo se admite un reducido número de visitantes a la zona acordonada. Tras quince minutos de cola accedo al minirecinto. Tal y como lo han montado, da la sensación de que uno está subiendo a los altares de la filatelia. Tampoco es para tanto, pienso, pero también es cierto que el show que montan alrededor de estas piezas contribuye a hacerlas más míticas si cabe. Estoy delante del bloque de cuatro del Jenny invertido y me dispongo a sacar mi cámara. Aún no ha salido de su funda cuando el vigilante me indica que no se permiten sacar fotos.

Apenas queda una hora antes de emprender el regreso. Tiempo más que suficiente para ver un par de colecciones de conocidos y hacer un par de nuevos amigos.



Estos son Fred (derecha) y Pablo (izquierda). Pablo regenta la filatelia Puerta de Toledo en Madrid. En un español perfecto (aunque con acento americano), Fred me cuenta que es hijo de padre Americano y madre Valenciana (lo que corrobora que corre algún gen filatélico por el País Valencià). Para terminarlo de complicar, su mujer es Japonesa y viven a caballo entre los EEUU y el país del sol naciente. Tras aligerarle alguna caja (y él aligerarme la cartera), nos despedmos hasta otra ocasión.

Una mirada al reloj me indica que es hora de marcharse para no perder el tren. Termina así un día intenso pero muy bonito. Espero que no tengamos que esperar otros seis años para poder repetir la experiencia. También espero que a los lectores os haya resultado entretenida la lectura de este viaje.



Para más información: http://www.washington-2006.org/

Jaume Balsells
27 de mayo de 2006