La imagen más votada: Una carta con trampa

Escrito por Jordi Canal Pino (Montsant).

Ya en el inicio de mi pasión por la Historia Postal y el sello clásico, uno de los apartados que más me sedujo fue el mundo de los falsos postales y en general todo lo concerniente a los fraudes al correo, la picaresca hispana alcanzó cotas espectaculares, se falsificaron prácticamente todas las emisiones, se lavaron los sellos para reutilizarlos, se barnizaron con la misma finalidad etc., no en vano se falsificó ya el primer sello español, el 6 cuartos de 1850. En algo si fuimos pioneros, faltaría más, pero contribuyendo y no poco a la gran riqueza de nuestra filatelia e Historia Postal.
La carta que os muestro es de lo más comùn, tanto por el franqueo como por el matasellos de rejilla y fechador. En apariencia y a simple vista sin nada especial que la haga apetecible.
Sin embargo la carta tiene "trampa" y no tiene nada de vulgar, no en vano es una de mis piezas predilectas.
Veamos, quizás podría tratarse de un sello falso postal.......pues no, todo lo contrario es un sello totalmente auténtico ó.......... quizás ........pues sí ,si, ahí esta la trampa ya que se trata de un sello "recompuesto" a partir de tres fragmentos de distintos sellos (se observan las distintas tonalidades), lo que demuestra la "pericia" del defraudador con tal de ahorrarse unos cuartos y lo mejor del caso es que tal pieza circuló sin mayor problema no siendo detectada por la Administración
.
Añadir como anécdota que esa pieza estuvo en mi poder un cierto tiempo en el apartado de desechables, hasta que un coleccionista joven, muy joven en esa época, se percató de ciertas "anomalías" en el sello de las que yo no me había apercibido y que resultó ser un fraude al correo de lo más interesante. Debo añadir que en la actualidad ese joven es uno de los más activos foreros del Ágora.

He decidido escoger esta carta entre otras porque demuestra que deben observarse con detenimiento todas las piezas que caigan en nuestras manos y sin menospreciar ninguna por sencilla que pueda parecer, puesto que a veces esconden rarezas no apreciables en una primera ojeada, ahí teneis la prueba.
Un saludo a todos

 

Jordi Canal

 

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Postdata

Escrito por Joan Demattey Descarrega (Jandem).

“POSTDATA”

“Postdata” (P.D.). Después de la fecha, anotación que se añade al final de una carta, una vez concluida y firmada, para añadir alguna información que no se recordaba, conocía ó se había olvidado mientras se estaba escribiendo.
En la antigüedad las cartas se solían datar al final del escrito y a continuación se firmaban, de ahí el termino “postdata”, aunque en la mayoría de las cartas a partir de finales del siglo XVIII se solían datar al principio del escrito, se ha continuado con la mención “postdata” (P.D.) cuando en realidad seria más bien “post scriptum” (P.S.) después del escrito. Hoy en día con los correos electrónicos (emails) donde se puede borrar, pegar, copiar, insertar…hasta el momento del envío, se hace innecesaria pero aun se suele utilizar para alguna aclaración al final del mensaje.
La carta que os presento es de 1823, enviada de Santander a Bayonne (País Vasco Francés) con la marca nº11 de Santander en rojo, con un curioso contenido y una “postdata” particular, perteneciente a un extenso archivo de correspondencia comercial entre comerciantes ó armadores de Santander y la Compañía del Sr. Moulon de Bayonne.
Nos encontramos en el año 1823, recién terminada la Batalla de Trocadero (Cádiz) donde “Los Cien Mil Hijos de San Luis” derrotaron al Ejercito Liberal, la carta se escribe el último día del Trienio Liberal (1820-1823) ya que el 1 de Octubre se repuso como Monarca Absolutista a Fernando VII. Sólo habían pasado nueve años del final de la “Guerra de la Independencia” contra los Franceses, pero los negocios con Francia continuaban.
En la carta en cuestión, entre dos comerciantes de la época y hay que recordar que la mayoría de las correspondencia de la época era de carácter comercial, el remitente está interesado en conocer los detalles de un seminario de Larresore, cerca de Bayonne, como son: las materias ó artes que se cursan, duración del curso académico, precios, alojamientos para todo el año… para la educación de sus cuñaditos. Sorprende, en nuestros días, que se interese para tenerlos hospedados todo el año, ya que según escribe: “no es cosa de que todos los años vayan y vengan para evitar dispendios y perdida de tiempo”. Hoy en día vendrían casi cada semana. Las distancias se han reducido enormemente.
Como no es de extrañar, en la parte final del escrito se aprovecha para hablar de negocios y comentar algún precio de mercancías como es natural entre comerciantes. Como consecuencia de la probable escasez de papel (la carta es una simple cuartilla), así como el aprovechar para hablar de negocios, se queda sin espacio para una “P.D.” normal, y nos encontramos con la gran peculiaridad de esta carta: un trozo de papel “pegado”, en el centro del escrito, preguntando la edad en la que son admitidos en el seminario.

…y como no podía faltar, hablando de postdatas,

P.D.: Es especialmente curioso como la carta refleja la preocupación de una determinada clase social, de esa época, la cual podía permitirse ciertos lujos educativos vetados para la gran mayoría.

Saludos. Joan Demattey

 

 

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Un bello gesto

Escrito por Eugenio de Quesada.

“Toma, chaval, esto es para ti”, me dijo Luis Alemany en 1978, en la Plaza Mayor de Madrid, a la salida de una de las primeras ediciones de la Feria Nacional del Sello. Me había entregado tres cartas en un sobre cerrado, para mi tan preciosas como preciadas, de la emisión Quinta de Goya de 1930. La fascinante belleza de los sellos de ‘La Maja Desnuda’ y los bellísimos grabados calcográficos de los ‘Caprichos’ destelleaban obliterados con los grandes pero elegantes matasellos especiales de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Apenas podía creerlo. “Tu sigue colaborando así en Sofima”, me dijo para justificar aquel extraordinario regalo. Adquiría así categoría el germen de mi aún incipiente colección, dedicada al estudio de esta denostada emisión especulativa.

La carta de Luis que más me impresionó fue un gran sobre sepia, franqueada con nueve sellos de la serie para correo aéreo, conocida como ‘Caprichos’, por ser los grabados que Sánchez-Toda realizó a partir de la serie de aguafuertes que Goya bautizara con este nombre. Tenía nueve sellos, aunque faltaban los valores altos, y ocho estampaciones del matasellos especial hexagonal para correo aéreo. ¡Qué más podía pedir!. Las estampaciones no eran muy limpias, pero la carta estaba dirigida a Rafael Zambrano, de quien después sabría por mi gran amigo Mario Mirman (con quien trabé amistad hace más de un cuarto de siglo en la Exfilna de Sevilla), que fue uno de los más antiguos y afamados filatelistas sevillanos.

Por alguna razón, aquella carta ejercía en mí una atracción irresistible. Algo que entraba en abierta contradicción con su evidente incongruencia: ¿Cómo pudo viajar en avión esta carta hasta el número 21 de la muy sevillana calle Alcázares, desde el Pabellón ‘Quinta de Goya’ de la Exposición Iberoamericana (ubicado en el edificio que hoy es el bar Citröen, justo en la entrada más transitada del Parque de Maria Luisa que da acceso al Pabellón de España de la Exposición de 1930, actualmente la Plaza de España de Sevilla)? Y, por si tal dislate fuera poco, fue franqueada para tan magro desplazamiento con una orgía postal de nueve valores multicolores y un monumental franqueo de 2 pesetas de la época. Pues, pese a todo, aquella pieza se convirtió en una de mis favoritas, desbrozando el camino de otras muchas, que culminarían 30 años después con el estudio sobre las falsificaciones de estos matasellos, realizado en este Ágora que nos acoge.

Luis, con quien coincidía en la Sociedad Filatélica de Madrid, todavía me había de dar muchas más agradables sorpresas, además del obsequio de la carta cuya imagen reproduzco, entre las que es de justicia destacar dos. La primera tuvo lugar cuando coincidimos, la víspera de la Exfilna de Murcia, a principios de los años 80, en el centro comercial murciano que servía de sede (y que Alemany considera "inspirado" en La Vaguada, centro comercial pionero en Madrid que él diseñó): “Nos vamos al cine”, me dijo, y de cabeza nos metimos a ver la primera película de Indiana Jones, mientras devorábamos palomitas de maiz. ¡Qué magnífica tarde pasamos!. Y la segunda, cuando estaba yo al cargo de las edición del catálogo y publicaciones de las 14 Exposiciones Filatélicas del Campeonato Mundial de Fútbol España 82. Un inoportuno duende de imprenta hizo desaparecer las dos últimas palabras de un titular, que quedó así: “La remodelación del estadio Santiago Bernabeu, obra del filatelista madrileño…”. Las dos últimas palabras eran, claro, “…Luis Alemany”. Cuando le comenté la errata al doctor arquitecto Alemany, me respondió el coleccionista y amigo Luis: “Eso no importa, Eugenio; tu sigue así”.

Hoy, 30 años más tarde, cuando el mascarón de proa del la Filatelia Española, acaba de ser elegido Campeón Mundial de la Filatelia, por la Federación Internacional de Filatelia (FIP), tras muchos años presidiendo la Sociedad Filatélica de Madrid (de la que me cabe el honor de ser vicepresidente bajo la presidencia de José Manuel Rodríguez), reuniendo el palmarés internacional más brillante de la Historia de nuestra Filatelia, no puedo dejar de rememorar aquel generoso empujón a un chaval de apenas 17 años, que nunca olvidará tan bello gesto.
 
Eugenio de Quesada

 

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