Imagen de la Semana

Por correspondencia

Escrito por José Ramón Castán Larruy (Kfeyt).

      Me complace presentar como imagen de la semana en Afinet, una sencilla, en apariencia, tarjeta, pero que lleva aparejada una historia cuando menos sorprendente.

      Lo que relato se verá a través de Internet, y por este medio precisamente, en uno de esos ratos en los que uno se pierde en los buscadores, apareció ante mi un cuadro de imágenes entre las que me llamó la atención una. Tardé un segundo, pero mi reacción fue de ampliar la imagen. Al momento comprendí que tenía una pieza preciosa para mí. Hecho el encargo, la sorpresa fue descubrir que el vendedor era un conocido mío, coleccionista él, y buen amigo, que la obtuvo cambalacheando con otro conocido. Qué gran casualidad. La transacción pues, consistió en pasar por su casa, a unos minutos de la mía, y charlar un buen rato. Le conté algo parecido a esto:

      Es una sencilla tarjeta de reembolso de 40 pesetas, enviada por una academia de Bilbao, franqueada con 1,05 pesetas en sellos (Edifil 1052, 1049, 1062(2) y 1024). Se destina a Finestras, en Huesca, provincia que aún figuraba con el 24 como prefijo postal. Al darle la vuelta, la marca de llegada se estampa en Lérida. Y es que Finestras, está casi en el límite entre ambas provincias, y es más accesible desde la capital catalana, aunque dista de ella unos 40 kilómetros.

      Hoy Finestras es un despoblado más de esta parte de Huesca, aunque a principios de los años 50 contaba con 58 habitantes repartidos en una docena de casas, según el Nomenclátor. El destinatario, no obstante se tomó la “graciosa licencia” de domiciliarse bastante al “final” de la única calle del pueblo, en el número 111, como si de una gran avenida se tratara.

      Eran años duros todavía, y muchos jóvenes buscaban en estas enseñanzas a distancia, o “por correspondencia”, una vía de salida de un sistema económico estancado como era el rural, adquiriendo ciertos conocimientos teóricos y prácticos de un oficio, con el que buscar sustento en otras tierras. El destinatario era el tercero de seis hermanos y, a nada que se aplicara, esta formación a distancia le facilitaría el sueño anhelado. Así fue, y a los pocos años, él primero y el resto de su familia después se asentaron en una ciudad cercana. Finestras cayó en el olvido, pero la carta viajó con la maleta.

      Quizá ahora os preguntareis porqué conozco tan bien la historia alrededor de esta tarjeta. Casualmente, el destinatario era un tío mío. 

      Gracias.

      José Ramón Castán Larruy

 

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