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1ª Más votada 10/11 - Mis primeros pasos en la filatelia

Escrito por Rosa María Sevillano García (Rosmary).



 
No era un secreto para nadie que Begoña subiera todos los días a visitar el viejo trastero de su casa. Allí solían resguardarse del frió las aves migratorias que se colaban por una abertura de la claraboya y la niña era feliz observándolas.

A la vista de tanto trasto como allí se almacenaban, un día tuvo la ocurrencia de abrir una maleta de la que salieron un montón de papeles y cartas viejas.

Sorprendida por el hallazgo, preguntó a su padre si podía coleccionar los sellos de las cartas. Como no, le contestó. Mira, vamos a hacer una cosa, si eres ordenada, poco a poco te iré comprando las series más difíciles.

Dicho y hecho; Begoña se pasaba las horas despegando y guardando sellos, tanto que su padre, convencido, empezó a comprarle las series más difíciles.

Un domingo, el padre se encontró con un amigo que le dijo haber visto a la niña en el mercadillo filatélico del pueblo. ¿Es coleccionista?, pregunto. O si, respondió el padre. Guarda los sellos de las cartas familiares, pero no tiene dinero para gastar. Los sellos difíciles se los compro yo. Me extraña que esté allí.

No creo haberme equivocado, le dijo, pero si quieres, vamos comprobarlo.

Cuando llegaron al mercadillo y Begoña vio a su padre, a poco se le cae el alma a los pies. Estaba a punto de vender un Sorolla a uno de los chamarileros de la plaza. ¿Pero que estás haciendo?, le dijo el padre después de darle un par de bofetones. ¿No te gustaban tanto los sellos? ¿Porque los estás vendiendo?

Entre hipo e hipo, la niña se sinceró con su padre y le dijo que con la venta de los sellos, ella compraba pájaros que seguidamente ponía en libertad para que fueran felices.

A partir de este incidente, el padre de la niña le quito las cartas y nunca más le volvió a comparar un sello. Su último comentario al respecto, después de unos pucheros de la niña, fue: a partir de ahora vas a coleccionar cartas sin sello, así no tendrás la tentación de venderlos para gastártelo en tonterías. 

           Esta pieza sin sello, es una de aquellas reliquias extraída de la maleta de mi padre, cuyo valor sentimental es impagable.

El suceso es real, aunque el nombre del autor/a está cambiado.

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