Son dos sellos, no pienso poner su número de catálogo ni su valor de venta. Pero fueron mis primeros sellos de colección, los que más quiero y los que mejor historia tienen.

 

¿Por qué mi abuelo Antonio dejó cientos de ellos pegados en la contraportada de varios libros de consulta? ¿Para qué? Mi abuelo era Secretario de Ayuntamiento en un pequeño pueblo de Huesca, no coleccionaba sellos, ni nada. Nunca conoceré las razones que le hicieron pegar esos cientos de sellos ahí.

 

Mi abuelo Antonio murió cuando yo tenía seis años. Recuerdo poco de él, apenas cuando nos sacaba a pasear orgulloso de la mano a mi hermano y a mí por el pueblo.

 

Pero el destino quiso que un par de años después de que él muriese, yo me entretuviera curioseando los libros y papeles que quedaban en la estantería de su pequeño despacho. Encontré esos sellos y los arranqué como pude poco a poco. Los miraba y remiraba. ¡Salía un rey! ¡Parecían muy antiguos! No se los enseñé a nadie hasta meses después, no sabía si estaba haciendo algo malo. Más de uno se rompió en el intento de despegarlos, lo reconozco.

 

Después se los enseñé a mi padre (otro día os hablo de él), no se enfadó, al contrario, le parecía curioso que yo me entretuviese con esos papelitos y me empezó a traer sellos de las cartas que llegaban a su oficina.

 

Increíblemente así comencé a coleccionar sellos. Nadie en mi familia lo hace, ni entre mis amigos, sólo yo. ¿Por qué había pegado esos sellos ahí mi abuelo? Nunca lo sabré, estoy seguro. Pero gracias yayo Antonio.

 

¿Alguien más entre vosotros empezó a coleccionar sellos de forma tan rara?

 

 

 

 

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Desde la aparición del sello en España en 1850, surge la duda de qué hacer con los sellos que año a año, perdían la validez postal. Éstos podían ser conservados o canjeados.

En algunos casos, generalmente por desconocimiento del remitente, se intentaba dar curso a cartas con sellos desmonetizados, por lo que no eran válidos y se reclamaba un sello válido, pero esto podía no ocurrir en el momento. Por lo tanto, las cartas quedaban “en espera” hasta que recibían un franqueo válido. Posteriormente, se daba curso como a cualquier otra carta.

La pieza que nos ocupa, se deposita en Zafra el 17 de Julio de 1862, apenas dos días después de que el sello perdiera su vigencia, y se tardó nueve días en volver a franquear. Así, circulando ya con franqueo válido, el 26 de Julio salió con destino Granada, llegando el día 30. Por alguna causa, el destinatario había cambiado de domicilio, por lo que fue reexpedida hasta San Sebastián, donde terminó su recorrido el día 10 de Agosto.

Esta pieza, además de circular con un sello desmonetizado y otro reclamado, ha sido reexpedida, lo que hace que aumente su interés.

 

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Quiero exponer esta pieza no por su (pequeño) interés filatélico sino para dar a conocer una faceta olvidada de nuestra historia (y no sólo postal): la de los campos de concentración en la guerra civil española (En este caso el del Patronato Obrero San Vicente Paúl de Bilbao; es curioso también ver cómo la Historia se reencuentra: yo estudié el Bachillerato en unas aulas que décadas anteriores habían servido de celdas de otro campo de concentración).

 

Pero lo que siempre me ha parecido de un fuerte aliento poético en esta pieza es un fragmento del texto que dice: “Ayer empezó a reir la primavera, por fin! Hoy también hace sol. En dos meses que estoy por aquí es la primera vez que veo el cielo limpio y azul”. No creo que pase de ser más que una descripción del paisaje (el claustrofóbico cielo bilbaino, cuando llueve –y puede estar haciéndolo dos meses seguidos- puede desesperar al más templado, como a este preso catalán). Ahora bien, aunque sólo sea por casualidad: ¡Qué extraordinaria metáfora forma ese “Ayer empezó a reir la primavera…” para referirse a la guerra... teniendo en cuenta que la carta está escrita el 2 de abril del 39!.

Ante el ocaso de los SVV (por el momento) quiero homenajear este COLECCIONISMO FILATÉLICO con la exhibición de una carta de la "Nueva Historia Postal" y que mejor que ilustrarla con un magnifico franqueo IBN formado por:

 


 4 UD....... IBN........de.........    1 PTAS


 2 UD....... IBN........de.........    5 PTAS


 2 UD....... IBN........de.........  10 PTAS


 7 UD....... IBN........de.........  35 PTAS


 1 UD....... IBN........de.........100 PTAS


 1 UD....... IBN........de.........105 PTAS



El franqueo se compone de 17 SVV - IBN de importe 484 PTAS. Pero además dicha carta se envió a Sydney (Australia) por CORREO  CERTIFICADO con el SVV "Barcos de Época" CON FECHA 24-02-1.999.


A su llegada a “destino” la carta fue tachada su dirección en bolígrafo rojo supongo por el cartero de la localidad e inscritas las marcas de "RETURN TO SENDER" E "INSUFFICIENT ADDRESS", vamos que no dio con el destinatario.


Es curioso pero si os fijais - y yo que tengo el original así puedo confirmarlo - el SVV del barco de época para el certificado está colocado sobre parte del matasellos ya impreso del IBN en la carta bajo el mismo.


Digo yo que el remitente debió pensar enviar la carta por correo ordinario (por cierto que está sin abrir y así se va a quedar, qué tendrá dentro) y sobre la marcha decidió certificarla y puso el SVV de certificado sobre dicho matasello, otra curiosidad más, no creeis. La anarquía en el franqueo es lo que más me gusto por su originalidad, no buscaba más que algo distinto.


Pues nada más, ésta es mi modesta aportación a los coleccionistas de SVV.



 
Dentro de los Enteros Postales, los que más me fascinan son los que hemos denominado de Iniciativa Privada.

En 1893 aparece en España el primer entero postal privado subsistiendo hasta nuestros días. El sistema era muy similar al actual, las empresas o particulares solicitaban a la Dirección de Correos la autorización de los mismos, y se les entregaba por parte de la FNMT el sobre, tarjeta ,etc con el sello impreso y la empresa o particular imprimían su propaganda, nombre comercial, etc. 

El equivalente de hoy bien podría ser los prefranqueados reimpresos con los nombres comerciales de empresas. El que pongo en la imagen es una carta-tarjeta de la empresa D.García de Madrid.

Este es el nombre con el que bautice la pieza que a continuación os muestro, porque la descubrí gracias a las noches toledanas que mi hija mayor nos dio cuando le salieron los dientes.

  Entre llanto y llanto decidí darle la vuelta a todos los sellos de mi colección porque acababa de descubrir un modesto sello de la II República que tenía al dorso una tenue imagen de si mismo y al mirar el Edifil especializado descubrí que existían unos sellos conocidos como “calcados al dorso”.

  En esa época estaba iniciándome al coleccionismo y estaba adquiriendo cajas de sellos y clasificadores sin importarme en exceso lo que en ellos hubiera, por lo que tenía muchos sellos. Muchísimos más de los que tengo ahora.

  De pronto di la vuelta a una pareja de sellos nuevos de 5 céntimos de la última emisión del rey Alfonso XII y descubrí que al dorso tenía una extrañísima imagen que me resultaba familiar por tener un par de sellos de Guinea similares en mi colección de colonias.

Fui al especializado y descubrí que estaba catalogado: es el sello 491ic.

  Con el tiempo lo envié a certificar a Graus (año 1998), lo más importante para mi no fue que lo certificara como “pieza de extraordinaria rareza” sino que me comentó que era la primera vez que veía este sello en estado nuevo y además era la primera vez que lo veía en múltiple. Me dijo que anteriormente sólo había visto dos ejemplares sueltos usados.

  Por eso el Edifil Especializado sólo lo cataloga en usado, a un precio relativamente elevado (169 euros en la edición del 2005) pero a mi entender irrisorio ante su grado de rareza pues he visto en exposiciones las colecciones de Alfonso XIII que en ellas se han presentado y nunca he visto que tengan este sello. Tampoco he visto nunca subastar un ejemplar de esta variedad en estos últimos 10 años.

  Los calcados al dorso se producen porque a veces al fabricar sellos se podía pasar la máquina sin que hubiera papel en la misma y entonces la tinta se estampaba en la parte inferior de la maquina y luego al pasar la hoja de papel siguiente se estampaba el sello en la cara superior y la tinta que había quedado por error en la parte inferior impregnaba el dorso de esa hoja. Lo normal es que los sellos calcados presenten su propia imagen al dorso.

  Esta rarísima variedad se produjo porque estuvieron fabricando sellos de guinea y al acabar de imprimirlos se produjo esa pasada sin papel que antes explicaba. Luego hicieron los cambios necesarios para empezar a fabricar sellos de 5 céntimos de la emisión general de España y como estaba en la parte inferior la pasada del sello de guinea que estaban fabricando antes durante tres o cuatro hojas se fue produciendo la imagen calcada al dorso. En la primera hoja con mayor nitidez, en las siguientes cada vez con menor nitidez hasta que a la tercera o cuarta ya no quedase rastro alguno de tinta en la parte inferior de la maquina.

  Por la claridad con que se ve la imagen en la pieza que os muestro esta hoja, la C-274.634, bien pudo ser la primera hoja en que se produjo la variedad. Las hojas de estos sellos eran de 200 ejemplares por lo que no existieron más haya de 600 ejemplares, 1000 a lo sumo con distintos grados de calidad en la estampación de la imagen calcada.

  Hablamos de una variedad real, no de algo que salió por la puerta de atrás de la fábrica y que se repartió a cualquier estanco de nuestra nación para el consumo ordinario, no al consumo coleccionista, de ahí que apenas se conozcan ejemplares de esta variedad y que hasta mi pieza sólo se conociera en usado. A ese estanco en el año 1930 o 1931 se debió personar un coleccionista que pidió dos sellos y los pego en su álbum. ¡Que Dios le bendiga!

  Esta es la pequeña historia de este sello que, gracias a los dientes de mi hija Carmen, me permitió cumplir ese pequeño sueño que tenemos todos los coleccionistas de descubrir una pieza inédita.    

 

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